Si atendemos a las cánones de la historia del arte nos referiremos a la Iglesia de San Lorenzo Mártir (Sevilla) como un templo de estilo gótico-mudéjar. Su fundación data del siglo XIII, aunque sus restos más antiguos datan del siglo XIV y sufriría remodelaciones en los siglos XVIII y XIX.
Consta principalmente de dos accesos mediante sendas puertas, una en la calle Curtidurías y otra que da a la Plaza de San Lorenzo. Es en esta última donde los cofrades dicen que acaba nuestra Semana Santa cuando la Soledad hace su entrada en el templo a través de ella y, tras penetrar el cortejo, la inmensa puerta queda cerrada. Es, como decimos, el símbolo del final de la Semana Santa a pesar de que a esas horas la Hermandad de la Trinidad sigue su tránsito por las calles de Sevilla y de que el Resucitado, horas después, realizará su estación a la Santa Iglesia Catedral.
Pero no todo acaba con la entrada de la Soledad, ya que después de que esta se produzca toma protagonismo un célebre rito sevillano consistente en acercarse a la puerta que da a la plaza de San Lorenzo, ya cerrada, para tocar y hasta lanzar un beso a la robusta madera mientras se reza una oración en silencio para rogar a la Señora poder volver el año que viene a contemplarla en la oscuridad de la noche del Sábado Santo.
Cita inexcusable de nuestra Semana Santa y rito que el pueblo ha mantenido con el paso de los años y que, como todo lo relativo a esta festividad, corre el peligro de perderse o desvirtuarse si no se realiza con la justa medida. Recogimiento, devoción y tradición sí. Pero frikismo, "foto pal feisbú", poses delante de la puerta y demás "tuentirías" no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario