Y tras el Gran Poder, la Virgen de Sevilla, ¡La Macarena! Primor Doloroso hecho suspiro, triunfo, canción y júbilo desbordado, y a la que no hay necesidad de ensalzar en absoluto, ya que el pueblo con exacto sentido y con voz inefable, sólo necesitó el breve espacio de los cinco versos que componen una saeta para definirla:
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