martes, 1 de mayo de 2012

Reformando el Decreto

Hoy vamos a escribir sobre uno de los pasos que probablemente más vicisitudes ha sufrido a lo largo de su historia, es el primero de los pasos de la hermandad de la Trinidad, el misterio del Sagrado Decreto. Y es que podemos fácilmente realizar un símil de la situación que ha vivido este paso conocido popularmente como el Decreto con la norma jurídica de igual nombre y que se emplea en diversas ocasiones para modificar un texto legal previo, hablamos entonces de lo que Paco Robles ha llamado "reformar el decreto" ¡que expresión tan jurídica!.

Debemos remontarnos a una fecha situada entre finales del siglo XVII y principios del XVIII para datar la incorporación del misterio del Sagrado Decreto a la Hermandad de la Trinidad. Existen datos que afirman que debido al deterioro el misterio dejó de procesionar desde 1703 hasta que fue sometido a reformas para procesionar, casi con total seguridad, en el último tercio de siglo XVIII, en concreto hasta 1790.


Félix González de León nos ofrece en 1852 una detallada descripción de esta escena, habiendo permanecido prácticamente inalterada en su composición e iconografía hasta fechas muy recientes: “En la testera del paso, sobre trono de nubes, se ve la Santísima Trinidad, y al lado de la persona del Hijo se representa la Iglesia, en figura de una matrona dormida, vestida de negro, con una estola morada, sobre cuya cabeza cae la sangre derramada del Costado de Jesucristo, denotando así el estado de sombras y sueño de la sinagoga, del que saldría la Iglesia militante, y con el riego de la sangre de Ntro. Redentor, y por sus méritos produciría abundantes flores de virtudes cristianas. Al lado de la Persona del Padre está la Fe recordando la que tuvieron los antiguos Patriarcas, mereciendo por ella recibir las primicias del fruto de la Pasión. Siguen los cuatro doctores de la Iglesia, como que fueron los que ilustraron acerca de los misterios de nuestra redención. Hacia la delantera del paso se levanta una palma símbolo de la victoria, y en su cogollo una Cruz, como instrumento que fue del triunfo, y de aquella pende el Amor divino, en forma de un Ángel que asesta un dardo a la Persona del Verbo, del que herido, aceptó voluntariamente el decreto de morir por el hombre y redimirlo del pecado. Del pie de la palma se desenlaza un dragón, al que espera otro Ángel con una lanza para matarlo, en lo que se simboliza la muerte del pecado; y que así como Luzbel triunfó del hombre en un árbol, en otro sería vencido por el Verbo humanado, aludiendo a lo que canta la Iglesia: Et qui in ligno vincebat, in ligno quoque vinceretur”.

El paso no procesionó desde 1951 hasta 1994 en que se le reincorporó al cortejo. La actual composición es escenografía diseñada por Dubé de Luque. En el grupo escultórico de la Santísima Trinidad, Dios Padre se reperesenta como el Padre Eterno, Dios Hijo como Jesucristo y Dios Espíritu Santo como la Paloma Blanca.

Imágenes:

Padre Eterno.
Obra anónima, probablemente del siglo XVII, modificada por Ángel Rodríguez Magaña. Es una talla en madera de cedro de 1,34 m, está en postura sedente girada en actitud dialogante hacia la derecha, donde se encuentra la figura de Jesucristo, su mano derecha porta un cetro y la izquierda la lleva al pecho. Lleva una túnica púrpura, color imperial, cinturón bordado y manto negro bordado en plata, estando coronado con un halo triangular. Fue restaurado en 1907, en 1922 por Ángel Rodríguez Magaña, por Manuel Hernández León en 1982 y 1993, y en 1997 por Antonio Joaquín Dubé de Luque quien le haría de nuevo el cuerpo girándolo a la derecha. Dubé de Luque tras su trabajo, atendiendo a las peculiaridades de la talla, atribuirá la cabeza a Juan de Mesa, si bien la barba que sustituyó a la primitiva destruyó la original, asimismo el estudio radiográfico desvela que el doble párpado característico de Juan de Mesa quedó enmascarado con una capa de policromado posterior, apreciándose también intervenciones en el entrecejo y las oquedades nasales; indicando además que por su modelado se desprende que debió corresponder la talla a un santo varón perteneciente a un misterio doloroso.

Jesucristo.
Aunque ya existía una imagen, Emilio Pizarro Cruz en julio de 1912 interviene en ella hasta el punto que la Hermandad la considera como fecha de la obra resultante. La talla en madera de cedro de 1,45 m presenta las cinco llagas de la pasión y porta una cruz arbórea con la mano izquierda que reposa sobre el hombro izquierdo, en tanto que la mano diestra se encuentra en postura de otorgar la bendeción; está vestido con un manto rojo bordado y tiene tres potencias de oro. al igual que el Padre Eterno se sienta sobre un trono, ambos sobre nubes. Ha sido restaurado en 1922 por Ángel Rodríguez Magaña, en 1982 por Manuel Hernández León, y en 2005 por Luis Álvarez Duarte.

Paloma Blanca.
El Espíritu Santo es obra de Juan Mayorga de 1995, con dorado de Mariano Rojo; está hecha en madera de cedro igualmente, tiene 1,75 m y consiste en una paloma que tiene alrededor tres haces de luz, se sitúa sobre una nube con cuatro puttis, orientados en las cuatro direcciones del espacio.

El Sagrado Decreto hoy.


Bibliografía:
www.hermandaddelatrinidad.com
CuestiónDeCofradías.Blogspot.com

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